Los New York Knicks están a un solo paso de clasificarse para las semifinales de la Conferencia Este de la NBA después de doblegar a domicilio, en otro partido noventero, a los Philadelphia 76ers por 92-97. Jalen Brunson, que guió a los suyos con 47 puntos y 10 asistencias, logró un doble-doble inédito en la historia de la franquicia en unos playoffs y empieza a solidificar su condición de leyenda knickerbocker cuando su relato en la Gran Manzana apenas acaba de comenzar.
Su 47 tantos son la mayor anotación de un jugador de los Knicks en la fase final, un hito que le sitúa por delante de mitos como Bernard King y Patrick Ewing. A sus 27 años, el base ha pasado de secundario de banquillo a superestrella en un par de temporadas después de haber sigo ninguneado a nivel contractual por los Dallas Mavericks, donde empezó a despegar a la vera de Luka Doncic.
El recital de Brunson, que prácticamente anotó la mitad de los puntos de su equipo y participó en tres quintas partes de las canastas de los suyos, permitió a Nueva York escapar de Philadelphia con el 3-1 en la eliminatoria y dejar a su rival muy tocado a pesar del drama de las lesiones que les dejó sin Mitchell Robinson desde el salto inicial y sin Bojan Bogdanovic a la primera de cambios.
Cómodos en el barro, en otro encuentro de la vieja escuela, dominado por el físico, las defensas y alguna que otra falta no pitada, los Knicks supieron reaccionar a los parciales de Philly tanto en el primer tiempo como en el tercer período, y es que los locales llegaron a contar con un par de ventajas de dobles dígitos en el marcador.
Tanto Joel Embiid, que se fue hasta los 27 tantos, 10 rebotes y 6 asistencias, como Tyrese Maxey, autor de 23 puntos y 6 pases de canasta, se mostraron poco resolutivos y dudaron más de la cuenta cuando el balón quemaba en el último cuarto. Todo lo contrario le pasó a los Knicks, elevados por el excelente juego de su base.
OG Anunoby, con 16 tantos y 14 rebotes, colocó también un tapón crucial al vigente MVP de la NBA en un intento de triple a dos minutos de la conclusión, el principio del final para unos Sixers bravos pero incapaces de ganar el duelo de perros al rival.